Hola amigos del Blog!!
Continuamos
hablando sobre la ACTITUD. Ese término que utilizamos en muchas ocasiones y que
aquí intentamos aclarar su significado. De hecho ya vimos en La Actitud I: concepto y formación qué se
entendía por actitud y qué mecanismos estaban en juego para la formación de
nuestras actitudes.
Dijimos en el artículo anterior que
la actitud es una tendencia psicológica que nos permite establecer que nos
gusta y que no; que nos gusta hacer y que no; qué personas nos gustan y quienes
no. Entonces nos gustará algo o alguien si nos
mostramos favorables hacia esa cosa y no nos gustará si nos mostramos
desfavorables. Por ejemplo, si tienes una actitud favorable hacia los
perros, lo más probable es que te gusten, y si tienes una actitud desfavorable
hacia ellos, pues no te gustarán.
Ahora la cuestión es ¿Por qué me pueden
gustar o no los perros? ¿Por qué me puede gustar una cosa y no otra? ¿Por qué
me puede gustar una profesión y no otra?
La respuesta la encontramos en
los
Factores que intervienen en la Formación de las Actitudes, que son:
- Factores Genéticos: la herencia genética de cada uno, nos predispone ha hacer ciertas cosas, a que nos gusten ciertas profesiones, hacer deporte, etc.
- Efecto de Mera exposición: cuando aumenta la exposición o el tiempo que estoy cerca de cierta persona o cosa, al final acaba por gustarnos. (Aunque hay cosas que pueden hartarnos).
- Proceso de aprendizaje e Imitación: Te enseñan en casa, en el cole y en los medios de comunicación a que te guste algo. Te estimulan (te refuerzan) a que te guste esa cosa. Y también se aprende a que te guste algo con el ejemplo de otros.
- La Influencia del Contexto: más bien del momento para recordar algo o factores de nuestra memoria. Los recuerdos que nos vienen a la cabeza, cada vez que pensamos en alguien o en algo, influirá en nuestra actitud. Si los recuerdos son buenos, tendremos una actitud favorable hacia esa persona o cosa. El problema está en que hay veces que recordamos lo que queremos (hablaremos de esto en otro artículo) y tenemos una actitud desfavorable hacia personas que no son “tan malas” ya que nuestra mente nos hace borrar las buenas cosas que nos ha hecho y a la inversa.
Todos estos factores nos
predisponen a que nos gusten o disguste algo; a que nos guste o disguste hacer
algo; a que nos guste o disgusten ciertos grupos de personas; a que nos guste o
disguste lo que sea… comida, ropa, creencias, objetos, cantantes, países... lo
que sea.
Con todo esto, desde aquí queremos indicarles lo importante que son las
actitudes, las predisposiciones o los gustos de
una persona para su propia vida. Por ejemplo, un adolescente con una actitud
favorable hacia las drogas o un adulto con una actitud favorable hacia el
juego, puede ser perjudicial para ellos mismos y para los que conviven con
ellos. Y el objetivo es que los padres, educadores
y profesionales de la sanidad como médicos y psicólogos detecten las actitudes de sus hijos, alumnos y
pacientes, respectivamente, y las fortalezcan (con
refuerzos) si son las adecuadas o las reeduquen o corrijan si son no deseadas o
son perjudiciales.
¿Y
cómo se logra esto? Evidentemente con
mucho trabajo constante y durante muchos años. Pero sobre todo SIEMPRE desde el Refuerzo y no tanto desde el Castigo. Es más
importante recordarles lo que hacen bien y lo que mejoran y animarles a que sigan
haciéndolo, que parecer un mono de repetición recordándoles lo mal que hacen
tal cosa. Se consigue más desde el refuerzo que
desde el castigo, aunque este en los momentos puntuales sea necesario y
conveniente.
Todo esto fue el otro día, hoy profundizando más en el concepto
de Actitud, lo vamos a haer mostrándoles el siguiente ejemplo que muchos
habrán experimentado: El querer hacer deporte!!
Las personas cuando llega, por
ejemplo, una fecha señalada como fin de año, se suelen hacer promesas tipo voy
a hacer deporte, o voy a comer más sano, etc… eso es porque en ese instante (o
durante un tiempo) tienen una actitud favorable hacia ese algo y todo indica
que lo van a hacer, pero ¿por qué al final no lo hacen?
La respuesta de por qué no hacemos
lo que nos habíamos propuesto está, en parte, en lo que los Psicólogos llaman
Bases de las Actitudes o Componentes de las Actitudes. Vamos a explicarlo:
Las actitudes pueden basarse en o componerse de:
a)
Conocimientos,
creencias, pensamientos o ideas -sean verdaderas o falsas- que uno tiene sobre
algo o sobre alguien (es lo que se llama componente cognitivo o mental o de
conocimiento)
b)
Sentimientos,
emociones o sensaciones que ese algo o ese alguien despiertan en uno (es lo que
se llama componente afectivo)
c)
Experiencias y Comportamientos
anteriores que hacen que tengamos una tendencia a actuar de una
manera y no de otra, cuando vemos ese algo ó a ese alguien (es lo que se llama componente
conductual o Conducta).
Y lo que ocurre es que los tres componentes no están necesariamente
separados ni necesariamente unidos (y este es meollo de la cuestión) porque vamos
a darnos cuenta de que no por pensar y sentir de una forma vamos a actuar o
comportarnos, siempre, de esa forma.
Vamos a ver esto con dos ejemplos:
a) Alicia
está convencida y sabe que el ejercicio es
bueno y necesario para su salud. (conocimientos)
b) Cuando
practica deporte o piensa en él se siente bien, e incluso se siente bien cuando se imagina haciendo deporte
a partir del 1 de Enero. (Sentimientos)
c) Al
final no hace ejercicio regularmente porque
siempre encuentra alguna excusa para no practicarlo. (Conducta)
Entonces, ¿cómo es posible que Alicia, aún sabiendo que es sano el
ejercicio, y sabiendo que le produce buenas sensaciones, y habiéndose planeado
practicarlo, no tenga la conducta adecuada, es decir, no
practique deporte?
La
respuesta está, como decíamos antes, en que los
tres componentes no están necesariamente unidos. Es decir, que la
conducta no siempre va en la misma dirección que nuestras Ideas y Sentimientos.
Segundo ejemplo:
a)
Juan es heterosexual y conoce
(o cree conocer) todo sobre los homosexuales, y tiene un esquema mental formado
de dicho grupo y de sus componentes (Conocimientos).
b)
Las sensaciones que le producen ese grupo a Juan,
no son buenas. No se siente cómodo cuando
está entre homosexuales. (Sentimientos).
c)
Pero Juan no discrimina
a los homosexuales, y tiene conocidos o familia que lo son (Conducta). (No obstante, en otro artículo hablaremos sobre el prejuicio y
nos daremos cuenta de que aunque una persona, como Juan, no discrimine -componente
conductual-, puede ser prejuiciosa -componente afectivo- ante otro grupo de
personas y eso puede ser peligroso).
Todo cabía pensar que Juan
discriminaría a los homosexuales, puesto que siente emociones negativas hacia
ese grupo pero no lo hace, no muestra una conducta discriminatoria hacia ellos.
Al igual que Alicia, que pese a tener una actitud favorable para practicar
deporte, al final no lo practica. Volvemos a ver que las Conductas no siempre
van en la misma dirección que las Ideas y los Sentimientos.
“No puede
establecerse una relación causa - efecto generalizada entre los tres
componentes de las actitudes” (Patricia G. Devine, 1995).
Acabamos
de aprender pues, que cuantos más Componentes de la Actitud vayan hacia un
mismo lado habrá mayor probabilidad que la conducta vaya hacia ese lado, pero
como hemos visto en los ejemplos, no siempre es así, porque “los tres componentes no están necesariamente
separados ni necesariamente unidos” ya que hay
factores que nos condicionan y por ello actuamos de forma contraria a nuestros
pensamientos y emociones o deseos, en algunos momentos.
Entonces ¿qué factores son los que nos condicionan? ¿Podemos hacer cosas que no pensábamos o no queríamos hacer? ¿Podemos hacer cosas que son contrarias a nuestros sentimientos o deseos? ¿Podemos hacer cosas que no son acordes con nuestras actitudes?
Todas estas cuestiones indican que
hay
ocasiones en las que nuestra conducta (lo que hacemos) no es acorde con
nuestros pensamientos, sentimos y deseos). Es decir,
que mostramos una Actitud que no es realmente la nuestra, debido a las
siguientes circunstancias Vamos a verlo.
La Cultura: Definimos
cultura como el conjunto de prácticas, costumbres y significados compartidos y
transmitidos de generación en generación, que influyen en las conductas de las
personas de ese entorno. Por ello las diferencias culturales de los
países que nos rodean “proceden de adaptaciones
(de mecanismos psicológicos básicos) a las demandas del contexto físico y
social que permiten a las personas funcionar de forma eficaz en ambientes
concretos”. Por eso en Rusia habrá unas tendencias hacia unos
compartimientos, en Inglaterra hacia otros, en Estados Unidos hacia otros y
en España hacia otros. Sin olvidar que dentro de un mismo país, también existen
diferencias en las tendencias de los comportamientos debidas, como hemos
indicado, a que en cada lugar el hombre se adapta a su entorno físico y social.
Por eso no es de extrañar que la cultura
haga que las personas del estado de Florida tengan algunas conductas
diferentes a los del estado de Alaska.
En esta línea, un refrán español
dice, “allí donde fueres haz lo que vieres”.
Dicho refrán aconseja seguir los usos y costumbres del lugar en el que estamos.
Queremos decir con esto que los contextos influyen
definitivamente en el comportamiento de las personas. Por ejemplo,
si Alicia se encontrara en un contexto de personas en el que se fomentase el
deporte, lo más seguro es que lo practicara regularmente, después de animarse a
hacerlo en fin de año. Y si Juan se hubiera relacionado y compartido
conversaciones con homosexuales quizá conocería mejor a dicho grupo, lo entendería
mejor y comprendería que son gente como él, sólo que con otra orientación
sexual.
Y por último indicar que muchas veces criticamos las costumbres de un
país, pero al estar un tiempo allí, al final podemos conocer y entender mejor
el por qué de muchas cosas. Por tanto la cultura ejerce una gran influencia en
nuestras conductas y en las conductas de los que nos rodean.
La Situación: Todos sabemos que en función de la situación, es decir del Momento, nos comportamos de forma diferente.
Otra cosa es que no queramos reconocerlo y digamos que siempre nos comportamos
igual, pero nada más lejos de la realidad. El ser humano, en todas las culturas
del planeta, intenta mantener una coherencia entre los pensamientos y las
conductas, pero hay veces que no podemos. Por ejemplo, no es lo mismo estar en público
que estar en privado, y las personas controlan su comportamiento mucho más
cuando están en público que cuando están solas.
“El efecto controlador de las situaciones
públicas puede deberse a la creencia de que los otros tienen conocimiento de lo
que hacemos y pueden hacer juicios sobre nosotros”. Baumeister, 2005.
“La gente vigila lo que hace porque le
preocupa cómo va a ser juzgada por los demás, ya que estos juicios pueden tener
consecuencias…, así como efectos en sus relaciones en el futuro”. David Matsumoto, 2007.
Por tanto, no es la situación real la que influyen en nuestra
conducta, sino la interpretación que hacemos de dicha situación. En
función de cómo interpretemos una situación, actuaremos de una forma o de otra y hay veces en las que dichas situaciones nos obligan a
comportarnos de una manera que no es acorde con nuestras ideas o deseos.
De ahí la frase tan conocida como: “no quería
hacerlo, pero la situación me obligó” ó “lo
requería la situación”. Por eso antes de juzgar a los demás, debemos
averiguar si realmente una conducta se hizo porque esa persona es así, o porque
la situación le obligó a hacerlo.
Presencia de los demás: Con
la Presencia de terceros, la conducta de las personas, sus pensamientos y sus
deseos se modifican por la influencia de estos.
La presencia de los demás puede
ser Real, Imaginada o Implícita.
Presencia
Real: es cuando la persona está en el
mismo espacio físico que la otra. Vamos ver con los ejemplos, cómo los
demás pueden influir en las conductas de otros. Por ejemplo, Pedro se ha
aprendido la lección en su casa, y hoy en el aula tiene que levantarse del
pupitre para que los demás de la clase le escuchen. Entonces, si a Pedro le da
miedo o vergüenza hablar en público (porque se siente vigilado por los demás),
lo más seguro es que su conducta no sea la adecuada y parecerá que no se sepa la
lección. Tartamudeará, se le olvidará lo aprendido, se pondrá nervioso… Por eso
es muy importante que los padres y profesores hallen cual es el motivo por el
cual Pedro “no se supo la lección”. Y averigüen si es porque no ha estudiado lo
suficiente (lo que muchos tristemente pensarán) o porque le cuesta hablar entre
tanta gente.
Presencia
Imaginada: es la representación que una persona hace de los otros.
Es la organización y planificación de la forma en la que nos vamos a dar a
conocer. Es cuando queremos modificar el “qué dirán” de los demás sobre
nosotros. Se llama imaginada porque nos imaginamos
al otro y sus posibles reacciones ante nuestra actitud y conducta. Por ejemplo,
Antonio tiene una entrevista de trabajo y como quiere causar una buena primera
impresión y desea dar la mejor versión de sí mismo, comienza a imaginarse
posibles preguntas y elabora posibles respuestas para poder impresionar así al
entrevistador. Es decir, que con la presencia
Imaginada las personas actúan conforme a como quieren que se les vea para poder
encajar en un ambiente determinado.
También con este tipo de presencia
las personas imitan a sus “ídolos”: un niño imitará la conducta de superman, un
adolescente la de su cantante o actor favorito, etc… e incluso tratarán de
vestirse de forma parecida (esto es más propio de los adultos que compran el
bolso de tal famoso o los vaqueros de tal marca)
Presencia
Implícita: No están,
necesariamente, los otros presentes física
ni imaginadamente. Basta que lo estén sus normas
o la cultura. Por
ejemplo, Una profesora no está en clase, y Andrea no se levantará de
la silla, aunque le apetezca hacerlo, ya que su profesora dice en clase, que un estudiante educado permanece sentado. O, por ejemplo, Jaime acudirá a la
fiesta de José Luis, aunque no desee ir, porque la
costumbre es que todos los amigos acudan a dicha fiesta todos los años.
Por tanto vemos como las opiniones de los demás se
convierten en normas y junto con la costumbre hacen que las personas se
vean influenciadas o “encerradas” en un ambiente con unas conductas que no son las que les gustan.
Finalmente para RESUMIR lo visto
en los dos últimos artículos (Actitud I y Actitud II) diremos que:
- La actitud es una tendencia psicológica hacia algo o alguien. Es decir, la actitud es lo que va a hacer que nos decantemos por ese algo o por ese alguien. Va hacer que tengamos una predisposición para hacer o no una cosa y para que conozcamos o no a una persona. Hará que nos gusten los animales, los museos, las personas de otro país, determinadas ideologías, creencias religiosas… es decir, todo lo susceptible de ser valorado.
- La actitud de un individuo, es decir su predisposición para, por ejemplo, una afición o profesión, puede deberse a diversos factores como: Genéticos, de exposición, de aprendizaje e Imitación y por La Influencia de nuestra memoria.
- Un cambio en las actitudes es posible, pero para ello el método más eficaz es el del Refuerzo y no tanto el del castigo. Expresiones como “lo has hecho muy bien” “buen trabajo” o “felicidades” animan tanto a niños y a adultos a que sigan con esa actitud. Y expresiones como “lo haces mal” o no te portas bien” “eres tonto” sólo consiguen que la persona recuerde lo mal que hace las cosas y no se consigue que mejore. Todo lo contrario. Si desea mejorar la actitud, refuerce a los demás y refuércese a sí mismo.
- La Actitud nos predispone hacia unas determinadas conductas, aunque hay veces que no nos comportamos con arreglo a ella. Esto se debe a que los tres componentes de las actitudes (conocimientos/pensamientos sobre algo; sentimientos/deseos que nos despierta ese algo; conductas que tenemos en relación a ese algo) no están necesariamente separados ni necesariamente unidos debido a que hay factores que nos condicionan como lo son la Cultura, la Situación y la Presencia de otros. Por ello cuantos más componentes de la actitud vallan hacia una dirección, la conducta irá hacia esa dirección, pero como ya hemos dicho hay excepciones debidas a diversos factores.
- La cultura es el principal factor que condiciona las Actitudes. Por ese motivo, muchas personas cambian de localidad o de país porque necesitan encontrar un ambiente en el que sus Actitudes no se vean cuestionadas por los que le rodean.
- La cultura condiciona las actitudes de los Hombres y de las Mujeres. Por eso todavía existe el rol de hombre y el rol de la mujer, aunque en las sociedades democráticas de occidente esos roles comienzan a suavizarse y por ello los hombres pueden tener una actitud favorable a las labores domésticas y las mujeres una actitud favorable a trabajar fuera de su casa.
Referencias:
“Introducción a la Psicología
Social”, Elena Gaviria E. y colaboradores.
“Estereotipos y prejuicios”,
Patricia G. Devine.
“Cultura, Contexto y Comportamiento”,
David Matsumoto.